martes, 15 de junio de 2010

La estética en Baltasar Gracián (1601-1658) III

3. GENIO E INGENIO. AGUDEZA Y ARTE DE INGENIO.

Como ya señaló DeWitt Thorpe entre las grandes aportaciones que da Gracián como precursor de la estética británica deben contarse la específica referencia a la capacidad inventiva del ingenio y a la admisión de la respuesta emocional como parte integrante de su teoría estética[95]. La primera dificultad que presenta la teoría del genio e ingenio como facultad de invención es determinar lo más exactamente posible qué lugar ocupa en la historia de las ideas, y sobre todo qué valor adquirió su percepción en la vida intelectual de la época. Como ha apuntado Ayala, en la obra de Gracián la idea de genio e ingenio llega de un pasado remoto que inició la discusión de los griegos sobre los discursos retóricos, un pasado inmediato en el que la distinción de genio e ingenio se hizo habitual y finalmente en su propia investigación, en la que ambos conceptos adoptan con frecuencia significados equívocos y equivalentes[96] Para ello es preciso una exposición detallada de tal teoría.

El ingenio aparece en la obra de Gracián primeramente como prenda o cualidad del hombre discreto. El ingenio viene en la mayoría de casos emparejado con el genio, y ambos son cualidades del entendimiento.

El significado y el sentido del genio viene dado en la mayoría de los casos como inclinación natural de la razón hacia un determinado ejercicio. El genio es la causa, por ejemplo, de la multiplicidad de empleos con que se distinguen los hombres tanto en su oficio como en sus gustos. En este sentido el genio se relaciona también con el buen humor, a la gracia o discreción con que se dice algo, definición que el diccionario de la Real Academia da de donaire[97]. Puede verse por ejemplo el precepto que da Gracián en el Oráculo, respecto a tener un genio genial, esto es, jovial, festivo:

"Genio genial. Si con templanza, prenda es, que no defecto. Un grano de mayores hombres juegan también la pieza del donaire, que concilia la gracia universal, pero guardando los aires a la cordura y haciendo la salva al decoro. Hacen otros de una gracia atajo al desempeño, que hay cosas que hay que tomar de burlas, y a veces las que el otro toma más de veras. Indica apacibilidad, garabato de corazones"[98].

El humor gracioso y plausible viene aquí limitado por la cordura y el decoro. Por esta razón Gracián habla en el Discreto de una distinción en los genios: los donosos y los burlescos. El genio burlesco es el genio gracioso que ha traspasado los límites del decoro y la compostura, y respecto al genio donodo "es mucha la diferencia. El varón discreto juega también esta pieza del donaire, no la afecta, y esto en su sazón"[99]. En este caso el buen genio está emparejado siempre con el buen gusto[100].

Pero este es el caso en que el genio aparece aisladamente. En cuanto aparece junto al ingenio la significado se transforma en preciosas prendas del discreto. Pero mejor que simples prendas el ingenio es el eje en que se muestran y operan el resto de cualidades: "Genio e ingenio. Los dos ejes del lucimiento de prendas; el uno sin el otro, felicidad a medias; no basta lo entendido (el ingenio), deséase lo genial. Infelicidad del necio errar la vocación (el genio) en el estado, empleo, región o familiaridad"[101]. Cuando el genio aparece emparejado con el ingenio, según se ha dicho, tiene la connotación de inclinación natural hacia un determinado ejercicio o empleo. Es el concepto de aplicación que aparece expuesto en el Oráculo como el elemento necesario a la hora de ejercitarse; los otros dos son lógicamente la naturaleza, inclinación, y el arte, el ejercicio artificioso: "Aplicación y Minerva (aplicación y genio). No hay eminecia sin entrambas, y si concurren exceso. Más consigue una medianía con aplicación que una superioridad sin ella. Cómprase la reputación a precio de trabajo; poco vale lo que poco cuesta. Aún para los primeros empleos se deseó en algunos aplicació; raras veces desmiente el genio. No ser eminente en empleo vulgar, por querer ser mediano en lo sublime, excusa tiene de generosidad; pero contenrarse con ser mediano en el último, pudiendo ser excelente en el primero, no la tiene. Requiérese, pues, naturaleza y arte, y sella la aplicación"[102].

Genio e ingenio aparecen como dotes naturales que puden perfeccinarse por el arte. Genio e ingenio son felicidad si se poseen los dos. La relación entre ambos es en un principio de originalidad: el genio surge del ingenio. "Estos son los ejes del lucimiento discreto; la naturaleza los alterna y el arte los realza. (...) Plausible fue siempre lo entendido, pero infeliz sin el realce de una agradable genial inclinación; y al contrario, la misma espeiciosidad del genio hace más censurable la falta de ingenio. Juiciosamente algunos, y no de vulgar voro, negaron poderse hallar la genial felicidad sin la valentía del entender, y lo confirman con la misma denominación de genio, que está indicando originarse del ingenio"[103]. En este texto el genio y el ingenio toman el significado que se ha anticipado al inicio de este epígrafe, cualidades del entendimiento. Y no resulta extraño que ambos se situaran en esta facultad si tenemos en cuenta que la meta primordial del discreto es el saberse, y el penetrar en las situaciones y voluntades con claridad de entendimiento.

El genio es "una tan feliz como superior inclinación, que nace de una sublime naturaleza". El genio vendría a expresar entonces las condiciones cognoscitivas naturales. Ayala ha realizado una arqueología de la evolución del significado de genio desde la época greco-latina en donde el genio significaba una divinidad o daimon tutelar de una persona o lugar, hasta la concepción metafórica del tiempo de Gracián cuyo significado general denotaba las cualidades naturales de una persona[104]. Del Hoyo habla del genio como "fundamento preformado del hombre, lo potencial de él, en cuanto a juicio, sindéresis o inteligencia"[105].

La palabra ingenio denotó originariamente "naturaleza" o "physis" y se aplicó tanto a las cosas naturales tanto inanimadas como animadas. En el caso de la naturaleza humana -por ser racional- el ingenio llegó a significar la cualidad intelectual propia, destacando el vigor y la agilidad[106]. Es por ello por lo que Gracián lo define como "valentía en el entender". Ha sido mérito de Ayala el estudio pormenorizado de los antecedentes españoles inmediatos a Gracián con respecto a la idea de ingenio. Ayala expone los pensamientos de Luis Vives (1492-1540), de Miguel de Cervantes (1547-1616) y de Huarte de San Juan (1530-1588)[107]. El mismo autor ha matizado que la aportanción de estos tres autores respecto a la idea de ingenio no es de gran importancia, pero sí son destacables por ser antecedentes próximos de la estética de la invención de Gracián. Del Hoyo ha señalado tabién la antecedencia de Muratori que llamará al ingenio "quella virtù e forzza attiva con cui l`intelletto raccoglie, unisce e ritrova le simiglianza, le relazione e le ragione delle cose"[108]. El genio resumiría el ideal de la buena elección del hombre discreto puesto que por ser capacidad natural que queda realzada con la cultura, supondría aquella natural gracia y donaire que permite disimular la afectación. Si para Gracián el mejor arte es el que oculta su condición de arte, el genio sería el mayor realce del discreto que acierta en la elección de modo natural. "(El genio) nace de una sublime naturaleza, favorecida en todo de sus causas: supone la sazón del temperamento para la mayor alteza de su ánimo; débensele la propensión a los bizarros asuntos, la elección de los gloriosos empleos, ni se puede disimular su buen delecto"[109].

Si el principal cometido del discreto consistía en el saber propio, el conocimiento del propio genio, de la propia inclinación, constituye una cuestión de primera importancia. De otro modo el costo sería remar contra las corrientes del gusto:

"Comience por sí mismo el Discreto a saber, sabiéndose; alerta a su Minerva, así genial como discursiva, y dése aliento si es ingenua. Siempre fue desdicha el violentalla, cordura, y aun urgencia alguna vez, que es un fatal tormento, porque se ha de remar entonces contra las corrientes del gusto, del ingenio y de su estrella"[110].

El texto es relevante porque especifica que el genio es una inclinación espontánea y natural, anterior a la discursividad, cuyo desconocimiento implicaría el obrar en contra de la propia constitución. El gusto toma el sentido aquí de la conformación de las preferencias naturales o hechas hábito. La naturalidad del genio no anula la educación; más bien confirma nuestro esquema inicial de naturaleza como principio que se perfecciona por el arte y la cultura cuya perfección significa una segunda naturaleza: naturaleza-artificio-naturaleza. Porque al genio y al ingenio "puede mejorarlos la industria y realzarlos el arte" puede hablarse de una naturaleza superada en naturaleza por el arte, por la educación, cultura o cultivo.

Aquí encontramos una nueva razón a la estetificación que se produce en la proposición de ideal moral de Gracián: la necesidad inapelable de la invención so pena de frustar un principio de operaciones que necesita del complemento del arte para su desarrollo. Este es el engarce que tiene las obras éticas con su obra estética. Y este es también el punto en que el genio adquiere un tinte que muy bien podría identificarse como precursor de la idea de genio moderna. En el Oráculo se expone un poco más pormenorizadamente la idea a la que antes se ha hecho referencia, según la cual el genio debe templarse con el fin que no exceda el decoro. Ahora se dice lo mismo de la capacidad de invención dándole un color de excepcionalidad y de locura y diferenciándolo netamente de la elección moral:

"Hombre de inventiva a lo cuerdo. Arguye exceso de ingenio, pero ¿cuál será sin el grano de demencia? la inventiva es de ingeniosos; la buena elección, de prudentes. Es también de gracia, y más rara, porque el elegir bien lo consoguieron muchos; el inventar bien, pocos y los primeros en excelencia y en tiempo"[111].

La invención tiene un indiferenciado carácter de novedad y, por tanto, se sustrae a ser un producto del arte, puesto que es inesperado. Por ello la invención se enlaza mejor con la naturaleza: no sigue reglas sino que es propiamente la creadora de reglas. El efecto que tiene la invención es la veneración y la imitación de los seguidores. Es la inclinación genial la que crea el arte, de manera que puede verse otra vez la continuidad entre naturaleza y arte, pero en este caso con una salvedad: para la producción del artificio no se ha necesitado artifico sino que aparece por así decir genialmente, inesperadamente. Puede verse como confirmación este texto de el Héroe: "Hubieran sido algunos fénix en los empleos, a no irles otros delante. Gran ventaja el ser primero, y si con eminencia, doblada. Gana en igualdad quien igualó la mano. Dejó de estimar la novelera gentilidad a los inventores de las artes, y pasó a venerarlos. Trocó la estima en culto, ordinario error, pero que exagera lo que vale una primería. (...) Es, pues, destreza no común inventar, nueva senda para la excelencia, descubrir moderno rumbo para la celebridad"[112]. Y al final de su obra estética, Agudeza y arte de ingenio, Gracián habla de las cuatro causas de la agudeza, propiedad para la invención, cuya primera y más importante es el ingenio que es "la principal, como eficiente; todas sin él no bastan, y él basta sin todas; ayudado de las demás, intenta excesos y consigue prodigios, mucho mejor si fuere inventivo y fecundo; es peremne manatial de conceptos y contino mineral de sutilezas. Dicen que naturaleza hurtó al juicio todo lo que aventajó al ingenio, en que se funda aquella paradoja de Séneca: que todo ingenio grande tiene un grado de demencia"[113].

Son solo insinuaciones de un propiedad natural de invención fuera del dominio de las artes inventadas y con cierta independencia del ideal moral, puesto que la demencia o locura es exactamente el estado que exime de responsabilidad. Se trata del mismo caso que la autonomía entre juicio e ingenio: si bien Gracián habla de una separación entre ambas, en la práctica utiliza el ingenio como descripción de la sindéresis, tal como hemos visto, y también limita en otras ocasiones el genio, en el sentido de humor, con el decoro.

Hasta aquí hemos resaltado el lugar central que ocupa el concepto de invención en la obra ética. En el siguiente apartado se va a tratar de la obra estética de Gracián como una teoría explícita de la invención.

3.1. La creación estética: el concepto como invención.

El estudio que Gracián ofrece sobre la obra de arte se reduce al lenguaje, esto es, a la literatura. En el Criticón puede encontrarse alguna de las razones por las que para Gracián el lenguaje tiene una trascendencia definitiva. Es, por otra parte, un texto del que podrían entresacarse algunas aportaciones para la teoría del lenguaje:

"Es el hablar efecto grande de la racionalidad, que quien no discurre. no conversa. "Habla, dice el filósofo, para que te conozca". Comunícase el alma noblemente, produciendo conceptuosas imágenes de sí en la mente del que oye, que es propiamente el conversar. No están presentes los que no se tratan ni ausentes los que por escrito se comunican: viven los sabios varones ya pasados y nos hablan cada día en sus eternos escritos, iluminando perenemente los venideros. Participa el hablar de lo necesario y de lo gustoso, que siempre atendió la sabia naturaleza a hermanar ambas cosas en todas las funciones de la vida; consíguense en la conversación, a lo gustoso y a lo presto, las importantes noticias, y es el hablar atajo único para el saber: hablando los sabio engendran a otros, y por la conversación se conduce al ánimo la sabiduría dulcemente. De aquí es que las personas no pueden estar sin algún idioma común para la necesidad y para el gusto, que aun dos niós arrojados de industria en una isla se inventaron lenguaje para comunicarse y entenderse. De suerte que es la noble conversación hija del discurso, comercio de los corazones, vínculo de la amistad, pasto del contento y ocupación de las personas"[114].

Si ha quedado establecido el saber como la finalidad última del hombre discreto, ahora hay que decir que la forma del saber es la conversación, y la forma de enseñanza de los grandes maestros es la lectura. El lenguaje es catalogado explícitamente por Gracián como artificio, como invención, tan necesario que aún en el supuesto de encontrarse dos en una isla desierta se inventarían un idioma. Gracián llama la atención sobre el efecto del lenguaje puesto en diálogo, que son las imágenes conceptuosas que se producen en la mente del que oye. Ante esta descripción de la relevancia del lenguaje puede pensarse que el arte de ingenio pudiera ser un tratado retórico sobre el buen hablar o el buen escribir.

Sin embargo la insistencia de Gracián para desmentir que su arte de ingenio sea una retórica o una poética es tan grande que resulta difícil catalogar el género al que pertenece su obra estética. "He destinado, dice Gracián, algunos de mis trabajos al juicio, y poco ha al Arte de Prudencia; éste dedico al Ingenio, la agudeza en arte, teórica flamante, que aunque se traslucen algunas de sus sutilezas en la Retórica aún no llegan a vislumbres. (...) Válese la agudeza de los tropos y figuras retóricas como los instrumentos para exprimir cultamente sus conceptos; pero contiénense ellos a la raya de fundamentos materiales de la sutileza, y cuanto más, de adornos del pensamiento"[115]. Y en el subtítulo interior se lee: "AGUDEZA Y ARTE DE INGENIO, EN QUE SE EXPLICAN TODOS LOS MODOS Y DIFERENCIAS DE CONCEPTOS". Son pruebas evidentes de que no estamos ante un simple tratado de retórica. Distinguir netamente entre retórica y arte de ingenio significa hacerse cargo de la afirmación de Ayala de que "para Gracián el estilo no es un simple embellecimiento de la expresión, sino algo esencial al pensamiento mismo: (...) un pensamiento sin estilo puede llegar a ser un pensamiento imperfecto, ineficaz"[116].

Desde la primera página Gracián muestra la originalidad de la obra, pues "hallaron los antiguos métodos al silogismo, arte al tropo; sellaron la agudeza, o por no ofenderla, o por desahuciarla remitiéndola a la sola valentía del ingenio. (...) No pasaban a observarla con que no se halla reflexión, cuanto menos definición"[117]. El intento de Gracián de explicar los modos y conceptos tampoco se trata de una lógica del silogismo: es una tentativa totalmente nueva, o por lo menos nueva en simultaneidad con las corrientes críticas de la europa del siglo XVII. Como deja constancia Ayala, en este siglo hay una proliferación de los tratados sobre la agudeza entre los que cabe destacar el de Matteo Pellegrili (Delle acutezze, che altrimente spiriti, vivezze e concetti volgarmente si appellano, Génova 1639; I fonti dell`ingegno ridotti al arte, Bolonia 1650), Enmanuele Tesauro (Il Canocchiale aristotelico, o sia delle argutezze heroiche, Turin 1654; Il Canocchiale Aristotelico, o sia dell`arguta e ingegnosa elocuzione, Venecia 1663 y 1688), Mateo C. Sarbiewski (De acuto et arguto (c. 1619); In Praecepta poetica, Cracovia 1658), y Sforza Pallavino (Tratto dello stile e del dialogo, Roma 1662)[118].

Hidalgo Serna ha reunido todas las interpretaciones que se han hecho hasta la actualidad de la Agudeza y arte de ingenio[119]. En estas páginas nos ceñiremos al texto de Gracián y sólo echaremos mano de tales interpretaciones en la medida que contribuyan al diálogo para el desarrollo de nuestra propia versión. En tanto que Hidalgo Serna pretende mostrar que el alcance de la Agudeza no es sólo lieterario sino que Gracián es ante todo "un filósofo y su moral y su estética se apoyan en la falcultad ingeniosa"[120], en este estudio trataremos de vincular la agudeza con el esquema o eje antropológico de naturaleza-artificio.

El objeto del trabajo se centra en la agudeza, que es propiamente la propiedad del ingenio vigoroso, pero hasta ahora no se ha reflexionado sobre ella, y por tanto no se halla definición. Gracián explica que "es este (el de agudeza) uno de aquellos (conceptos) que son más conocidos a bulto, y menos a precisión; déjese percibir, no definir". Y enseguida ensaya un rodeo para explicarla: "Lo que es para los ojos la hermosura, y para los oídos la consonancia, eso es para el entendimiento el concepto"[121]. La agudeza tiene que ver con la producción del entendimiento, esto es con el concepto. La afinidad entre el objeto del entendimiento y la facultad es explicada de forma metafórica con las potencias inferiores:

"Si los materiales objetos dicen una cierta agradable simpatía y una gran conformidad con sus inferiores portencias, cuánta mayor alcanzará una ingeniosa sutileza con la que es reina de todas, digo el ingenio"[122].

Lógicamente aquí Gracián no está dando al ingenio categoría de facultad distinta al entendimiento. Como tendremos ocasión de ver ingeniosa sutileza está referido aquí al concepto, que es una sutileza cuando es producto del ingenio, del vigor del entendimiento[123]. La causa de la conformidad o simpatía entre las potencias inferiores y los objetos materiales se explica en el Criticón: "Dicen que los ojos -ponderó Critilo- se componen de los dos humores ácueo y cristalino, y esa es la causa porque gustan tanto de mirar las aguas, se suerte que sin cansarse estará embebido un hombre todo un día viéndolas brollar (surtir), caer y correr"[124]. La conformidad del concepto ingenioso y el ingenio se debe a otra causa:

"Pero esta conformidad o simpatía entre los conceptos y el ingenio en alguna otra perfección se funda, en algún sutilísimo artificio, que es la causa radical de que se conforme la agudeza, y desdiga tanto del entendimiento su contraria; y ése es el verdadero constitutivo del concepto"[125].

El concepto es el artificio de artificios[126], formado por el ingenio -la más alta facultad-, como una correspondencia entre términos. El artificio es el producto de la potencia cognoscitiva que son perfeccionadas por las artes, y se basa en una relación entre objetos que es registrada como proporcionalidad. Gracián lo explica largamente. Recogemos este fragmento que desarrolla la distinción entre agudeza, retórica y lógica:

"Toda potencia intencional del alma, digo las que perciben objetos, gozan de algún artificio en ellos; la proporción entre las partes del visible, es la hermosura; entre los sonidos, la consonancia, que hasta el vulgar gusto halla combinación entre lo picante y lo suave, entre lo dulce y lo agrio. El entendimiento, pues, como primera y principal potencia, álzase con la prima del artificio, con lo extremado del primor, en todas sus diferencias de objetos. Destínanse las Arte a estos artificios, que para su composición fueron inventadas, adelantando siempre y facilitando su perfección. Atiende la dialéctica a la dialéctica a la conexión de los términos, para formar bien un argumento, un silogismo; y la retórica el ornato de las palabras, para componer una flor elocuente, que lo es un tropo, una figura. De aquí se saca una evidencia, que el concepto, que la agudeza, consiste también en artificio, y el superlativo de todos"[127].

Además de la captación de objetos, la potencia puede ser capaz de estimar una relación entre ellos, una formalización de su correspondenica, que es, según Gracián, la causa de la belleza. El ingenio se distingue de la lógica porque "no se contenta con sola la verdad, como el juicio, sino que aspira a la hermosura", una hermosura que "suspende la inteligencia" porque es la belleza más alta[128]. El artificio es construido por la capacidad ingeniosa tras la percepción de los objetos que son puestos en relación: "consiste este artificio conceptuoso en una primorosa concordancia, en una armónica correlación entre dos o tres cognoscibles extremos, expresada por un acto del entendimiento", de manera que el concepto puede definirse como ese "acto del entendimiento que exprime la correspondencia que se halla entre los objetos", y en su expresión lingüística es la "sutileza objetiva"[129]. Esta noción de concepto se hace inseparable de la agudeza. Como ha señalado Blanco en un intento de definición de las nociones de concepto y agudeza a partir de un ejemplo (el grabado que sirve de frontispicio al Canocchiale), "los dos términos se hacen inseparables cuando se empieza a creer que el único pensamiento válido, el único que produce sensación de densidad, profundidad, es el que aparece oculto por una cifra, y que se deja asimilar descifrando el artificio de la agudeza"[130] El concepto es lo oculto en la correspondencia expresada, en la "sutileza objetiva". Esta correspondencia es genérica a todos los conceptos, sea de concordancia o de oposición, pues todos consisten en una artificiosa conexión de objetos.

El concepto, entonces, puede desglosarse en sus elementos:

- el pensamiento que expresar, que es un artificio (A)

- los objetos que se sitúan como sus equivalentes (a1, a2,..., an), que se presentan como lejanos entre sí y correlacionados.

- la correlación entre tales objetos puede ser de concordancia {(a+1) y (a+2)} y de oposición {(a+1) y (a-1)}.

- tales relaciones se establecen en un sólo acto del entendimiento, que es expresado en el lenguaje en la sutileza objetiva (A+n,+n) o (A+n,-n).

La agudeza tiene una amplia aplicación. No es una propiedad atribuible exclusivamente a el ingenio estético: la primera gran clasificación es entre la agudeza en las artes y ciencias, y la agudeza ingeniosa, que es propiamente sobre la que versa el tratado. Pues bien, esta segunda agudeza no tiene un espacio limitado ni tiene "casa fija", lo cual es un dato significativo para subrayar la tesis de que la estetificación graciana no es un esteticismo sino una ausencia de autonomización de la estética: "La primera distinción sea entre la agudeza de perspicacia y la de artificio. Aquella tiende a dar alcance a las dificultades verdades, descubriendo la más recóndita; esta, no cuidando tanto deso, afecta la hermosura sutil; aquella es más útil, ésta, deleitable; aquella es todas las Artes y Ciencias, en sus actos y sus hábitos; ésta, por recóndita y extraordinaria, no tenía casa fija"[131].

La segunda división se basa en el objeto. Gracián distingue aquí tres clases de agudezas, haciendose eco de la distinción aristotélica de voz y palabra:

- El primer tipo de agudeza, la agudeza propia, es la de concepto, porque consiste más en "la sutileza del pensamiento que en las palabras".

- La segunda es la agudedeza verbal, que es la ingeniosidad con las palabras, con las voces. La agudeza verbal está subordinada a la de pensamiento porque "si aquella se quita, no queda alma, ni se pueden éstas traducir en otra lengua".

- La tercera es la agudeza de la acción, y correspondenría a las acciones prontas e ingeniosas y "especialmente las que encierran intención misteriosa"[132].

Pero la agudeza en propiedad se divide según la conformidad entre los términos sea de correspondencia o de oposición o discordancia. Recogemos los ejemplos que propone Gracián con el fin de hacernos cargo de cuál es el significado de la conformidad entre los términos expresados:

Oíd mis quejas tristes,

lisonjas destas muchas soledades;

Ismenio soy, que vistes llorar (a1) agravios y cantar (a2) verdades,

cuando del monte al prado,

bajaba sus tristezas (b1) y ganado (b2).

Y Gracián explica: "Hace dulcísma armonía entre el cantar y llorar (A)=(A{a1, a2}), bajar tristezas y ganado (B)=(B{b1, b2})".

De la agudeza de contrariedad o discordancia aporta el diguiente ejemplo:

En mutatus oro rerum;

pluviam terrae Coelum semper (a+1):

ecce nunc rigat terra Coelorum (a-1);

imo super Coelos, et usque apsum Dominum

imber humanarum

prosilit lachrymorum.

Y añade: "Vease oposición y discordancia, por aquella metáfora de llover la tierra sobre el cielo, al contrario de lo ordinario (A)=(A{a+1, a-1})"[133]. La larguísima clasificación de la que se componen los apartados del libro sólo la hemos reflejado en adelante en la medida que aporta apuntes de interés para la explicación de la expresión del concepto en la sutileza objetiva.

La distinción entre concepto y sutileza objetiva ha sido muy bien vista por Anceschi que define el concepto como "un modo de ver orgánico -concepto- significante, profundo, en el que el tejido expresivo de la dicción se ilumina con luces, con alusiones que descubren significados"[134]. Habría que añadir que esa forma sintética de ver es ante todo una construcción, un artificio, una invención, y que por tanto está fuera del problema de la adecuación veritativa con la realidad[135]. Es quizás ese énfasis en el concepto como visión sintética lo que le lleva a decir a Anceschi que "en realidad, el complejo, entrelazado y variadísimo conjunto de notas orgánicas (que constituyen el concepto), no es más que una puesta en relieve, una descripción de la manera más adecuada para profundizar, intensificar y hacer ágil y perspicaz nuestra forma de ver y conocer a través de una visión estética -imaginativa o intelectual-, o extremadamente reveladora, del ser"[136]. Interesa hacer hincapié en que el concepto es una construcción artificiosa, y que el producto de esa visión no constituye un reflejo de la realidad sino una creación nueva sobre unas relaciones entre objetos que han sido formalizadas -no es su cometido la verdad, sino la hermosura-. Si el espacio absoluto de Newton es una formalización imaginativa a partir del sensible imaginario según la idea de homogeneidad, el concepto es una formallización del entendimiento a partir de sus cognoscibles según la idea de consonancia, sea de correspondencia u oposición. Que eso tenga que ver con la realidad o no, no interesa. Lo que interesa es que ese concepto es expresado en una sutileza objetiva que resulta ser una creación nueva, bella en sí misma.

La relación entre concepto y sutileza objetiva define la distinción entre retórica y arte de ingenio. Son innumerables los textos que hacen referencia a esta distinción. Así, por ejemplo, hablando de las semejanzas conceptuosas Gracián dice que "no cualquiera semejanza (en opinión de muchos) contiene en sí sutileza, ni pasa por concepto, sino aquellas que incluyen alguna otra formalidad de misterio, contrariedad, correspondencia, improporción, semejanza... Estas (dicen) son objetos de esta arte, incluyen, a más artificio retórico, el conceptuoso, sin el cual no serían más que tropos o figuras sin alma de sutileza"; y Gracián pone un ejemplo de semejanza que ha superado la simple retórica:

Es la mujer un mar, toda fortuna,

una mudable vela a todo viento,

es cometa de fácil moviemieto,

sol en el rostro, y en el alma luna[137].

La retórica es como la sutileza objetiva sin concepto, sin alma. Por ello, "son los tropos y figuras retóricas materia y como fundamento para que sobre ellos levannte sus primores la agudeza, y lo que la retórica tiene por formalidad, esta nuestra arte por materia sobre la que hecha el esmalte de su artificio. No pasan algunos por el concepto el encarencimiento así, a secas; dicen no ser más que un hipérbole retórico, sin el picante de la agudeza viva y verdadera"[138]. La distinción entre retórica y arte de ingenio se parangona con la distinción producto de una actividad viva y formalidad abstracta. Puede verse esta misma distinción en el aprovechamiento de un suceso contingente que a primera vista es sólo circunstancial, mientras que la agudeza saca de ahí materia para infundir el alma: "Requiérese, pues, que alguna circunstancia especial dé motivo y ocasión al encarecimiento para que no sea libremente dicho, sino con fundamento, que es darle alma al concebir". Y Gracián pone un ejemplo de Rufo, describiendo la matanza que iba haciendo don Fernando de Córdova en su casa:

En un rincón de la sala

hubo señal de ruido,

y fue que detrás de un cofre

estaba el pobre Galindo.

El cual de puro temor,

aún no osó estar escondido[139].

El concepto equivale a vida o alma de la figura formal. Esta es la manifestación externa del concepto originado por la agudeza. Gracián lo describe con una metáfora: "Son las voces lo que las hojas en el árbol, y los conceptos el fruto. (...) Son los conceptos vida del estilo, espíritu del decir, y tanto tiene de perfección cuanto de sutileza, mas cuando se junta lo realzado del estilo y lo remontado del concepto hacen la obra cabal"[140].

Darse cuenta de la distinción entre retórica y arte de ingenio implica apreciar que el análisis de conceptos en que consiste la Agudeza no es, como ha defendido Del Hoyo "un arte o técnica de ingenio" o "un modo de alcanzar esa suspensión del entendimiento"; ni se trata, como ha defendido Curtius según recoge Del Hoyo, de "un complemento de la insuficiente antigua retórica, la cual tiene validez sistemática"[141]. Una teoría sistemática de la invención carecería de sentido al ser una contradicción en términos. Ha sido Anceschi el que acertadamente define el arte de ingenio como una descriptiva de los productos de la agudeza sin pretensiones preceptivas[142]. Lógicamente la clasificación de los conceptos se hace a través de las sutilezas objetivas, de las figuras. El concepto es una genial felicidad que solo puede analizarse a posteriori, en su expresión.

Entre las cuatro causas que da Gracián al concluir la Agudeza (ingenio, materia, ejemplar -imitación de los genios pasados-, y arte) interesa llamar la atención en la distinción que se hace entre ingenio y arte, para corraborar que el ingenio es la capacidad de invención que surge naturalmente y el arte en este caso ayuda como complemento. Es una razón más para admitir el carácter descriptivo, no prescriptivo, de la Agudeza y arte de ingenio. Si, tal como ha señalado Ayala, "la teoría graciana del ingenio es inseparable de su concepción antropológica"[143], debe correlacionarse el par ingenio-arte con el esquema naturaleza-artificio, aunque parece que el peso pudiera recaer más en una capacidad ingeniosa natural-espontánea de por sí. De nuevo el genio e ingenio adquieren un valor equívoco -el ingenio toma el valor de dote natural no adquirida- dando un tinte a favor de la concepción genial naturalista moderna. Sin embargo, el arte aparece como causa postrera pero sigue siendo la perfección de la naturaleza. El artificio sigue siendo el desarrollo natural del ingenio, y es muy posible que sin el cultivo nunca llegara a desarrollarse, hasta el punto en que las fronteras entre ambos se diluyen y Gracián pueda hablar del arte del ingenio como agudeza. "Celebre la poesía la fuente de su monte, blasone la agudeza la fuente de su mente. Corone el juicio el arte de prudencia, lauree el ingenio el arte de agudeza. Si toda arte, si toda ciencia que tiende a perficionar actos del entendimiento es noble, la que aspira a realzar el más remontado y sutil bien, merecerá el nombre de sol de la inteligencia, consorte del ingenio, progenitora del conceto, y agudeza"[144].


TRADUCCIONES INMEDIATAS DEL SIGLO XVII Y XVII, AL INGLES, DE LAS OBRAS DE GRACIAN[145]

+ De El Héroe (1637)................. The Heroe (trad. Sir John Akeffington. For John Martin and James Allestrye, Londres 1652).

The Hero. With Remarks... of... J. Courbeville (By a Gentleman of Oxford, Dublin, Risk 1726).

The Hero (trad. by a Gentleman of Oxford. By T. Cox, Londres 1726).

+ De El Discreto (1646).............. The Complet gentleman, or a description of the several qualifications, both natural and adquired, that are necessary to form a great man, (s. a. Londres 1730. Reimpreso Dublin 1760. Trad. T. Saldkeld).

+ De El Oráculo (1646)............... The Courtiers Manual Oracle of the Art of Prudence (trad. anónima basada en la francesa de Amelot, Swalle, Londres 1685; Reimpreso, Londres 1694).

The Art of Prudence; or a Companion for a Man of Sense. Made English and illustrated with the Sieur Amelot de la Houssaie`s notes, by Mr. Savage (Londres 1702; Reimpreso, 1705, 1714. Es la misma versión de 1694 revisada por Savage).

+ De El Criticón (1651).............. The Critick. Writen originally in Spanish by Lorenzo Gracian one of the best wits of Spain and translated into Anglish by Sir Paul Rycaut (By T. N. for Henry Brown at the Gun in St. Paul`s Churchyard, Londres 1681).



[95] Cfr. Clarence DeWitt Thorpe, The Aesthetic Theory of Thomas Hobbes, p. 61.

[96] Jorge M. Ayala, El ingenio en Huarte de San Juan y otros escritores españoles, en A. Heredia (ed.), "Actas del VI Seminario de Historia de Filosofía española", Publicaciones de la Universidad de Salamanca, Salamanca 1990, p. 212, 223.

[97] Diccionario de la lengua española, Real Academia Española, Madrid 1984, p. 514.

[98] Oráculo Manual y arte de prudencia 79, p. 173. El significado de garabato de corazones debe entenderse como atracción, gancho, de corazones, de la atención ajena.

[99] El Discreto IX, No estar siempre de burlas, p. 100.

[100] Cfr. El Criticón II, 4, p. 713.

[101] Oráculo Manual y arte de prudencia 2, p. 151. Las aclaraciones entre paréntesis son mías.

[102] Oráculo Manual y arte de prudencia 18, p. 156. La aclaración entre paréntesis es mía.

[103] El discreto I, Genio y Ingenio, p. 78.

[104] Jorge M. Ayala, El ingenio en Huarte de San Juan y otros escritores españoles, p. 212.

[105] A. del Hoyo, estudio introductorio a las Obras Completas, p. 78. Nota 1.

[106] Jorge M. Ayala, El ingenio en Huarte de San Juan y otros escritores españoles, p. 213.

[107] Jorge M. Ayala, El ingenio en Huarte de San Juan y en otros autores españoles, p. 216-220.

[108] A. del Hoyo, estudio introductorio a las Obras Completas, p. 78. Nota 1. La traducción de la definición de Muratori podría ser: "aquella virtud y fuerza activa con la que el intelecto recoge, une y reencuntra las semejanzas, las relaciones y las razones de las cosas".

[109] El Discreto I, p. 79. (Bizarro: valiente. Delecto: discernimiento en la elección).

[110] El Discreto I, p. 80.

[111] Oráculo Manual y arte de prudencia 283, p. 224-5.

[112] El Héroe VII, Excelencia del primero, p. 16-7.

[113] Agudeza y arte de ingenio LXIII, de las cuatro causas de la agudeza, p. 512. El subrayado es mío.

[114] El Criticón I, 1, p. 522.

[115] Agudeza y arte de ingenio, al lector, p. 233.

[116] Jorge M. Ayala, Baltasar Gracián y el ingeniio, p. 189.

[117] Ibid., panegírico al arte y al objeto, p. 234-5.

[118] Jorge M. Ayala, El ingenio en Huarte de San Juan y otros escritores españoles, p. 212.

[119] El pensamiento ingenioso en Baltasar Gracián, pp. 51-74.

[120] Ibid. p. 74.

[121] Ibid. II, Esencia de la agudeza ilustrada, p. 237.

[122] Ibid.

[123] En este sentido anda aquivocado Tatarkiewicz cuando habla de que "a finales del siglo XVI durante el periodo manierista llegó a forjarse como un atributo de las mentes agudas para penetrar las cosas enrevesadas la sutileza, produciendo más placer que la contemplación de la simple belleza. El gran maestro de esta sutileza fue Gracián" (W. Tatarkiewicz, A history of six ideas. An essay in Aesthetics, Nijhoff, Varsovia 1980, p. 170). Gracián nunca atribuye la sutileza a la facultad sino al concepto.

[124] El Criticón I, 4, p. 536. La explicación entre paréntesis es mía.

[125] Agudeza y arte de ingenio II, p. 238.

[126] "Nace el hombre tan desnudo de noticias en el alma, como en el cuerpo de plumas; pero su industria, y su trabajo, le desquitan con ventajas. Tiene cada potencia un rey entre sus actos, y un otro entre sus objetos, entre la mente reina el concepto, triunfa la agudeza" (Agudeza y arte de ingenio I, p. 236).

[127] Agudeza y arte de ingenio II, p. 238-9.

[128] Ibid.

[129] Agudeza y arte de ingenio, p. 239-40.

[130] Mercedes Blanco, El mecanismo de ocultación. Análisis de un ejemplo de agudeza, en "El Criticón" (Tolouse) 43 (1988), p. 35.

[131] Agudeza y arte de ingenio III, variedad de la agudeza, p. 241.

[132] Ibid. p. 242. De las acciones ingeniosas por la invención Gracián dirá más adelante: "Su mismo nombre de invención, ilustra este modo de agudeza, pues exprime novedad artificiosa del ingenio y obra grande de la inventiva. No siempre se queda la sutileza en el concepto, comunícase en las acciones; son muchos y primorosos sus asuntos. Ocupan en primer lugar las acciones misteriosas y significativas, que se valen de la ingeniosa invención para exprimir con plausibilidad su intento; como lo fué la del ínclito don Pedro, conde entonces de Saboya, con méritos de rey. Entró este héroe en presencia del emperador Otón a hacer reconocimiento del feudo imperial. Iba vestido todo el lado diestro de un precioso recamado, cubierto de pedrería, pero el izquierdo, armado de fuertes y lucidas armas. Maravillado el César y sus potentados del peregrino traje, le examinó el intento. "Señor, respondió, yo traigo esta metad adornada, para mostrar que estoy pronto a cortejaros y serviros, y esta otra armada, para dar a entender que lo estoy también para defender con las armas las tierras que con ellas he adquirido" (Ibid. p. 442). Un análisis pormenorizado de la agudeza de la acción en la primera obra de Gracián puede verse en Emilio Hidalgo Serna, La agudeza de acción en el Héroe, en "Neusmeister, S., y Briesemeister, D., (eds.), en "El Mundo de Gracián", Colloquium Verlag, Berlín 1991, pp. 161-170.

[133] Agudeza y arte de ingenio, p. 242-3.

[134] L. Anceschi, La idea del barroco estudios sobre un problema estético, p. 141.

[135] En un artículo dedicado al estudio del ingenio en Gracián (The Philosophy of Ingenium: concept and Ingenius in Baltasar Gracián, en "Philosophy and Rethoric" 13 n.4 (1980), pp. 245-63; recientemente publicado más por extenso en castellano como un capítulo titulado La filosofía graciana del ingenio: concepto de método, en el libro ya citado El pensamiento ingenioso en Baltasar Gracián, pp. 127.68) Hidalgo Serna defiende que la más grande aportación de la teoría de la invención graciana es la sustitución de la lógica aristotélica por una lógica no racional que "representa imaginativa y metafóricamente la correspondencia y relación entre los seres individuales, llegando a la verdad filosófica de los conceptos" (p. 259). El artículo está montado sobre la base de que la teoría aristotélica del concepto es insuficiente porque el precio de la universalidad es la pérdida de la individualidad y el carácter real de las cosas (p. 245-9). Y como "lo universal no está presente, esto es, no existe en la naturaleza, el concepto de ingenio llega a ser la expresión del conocimiento concreto y la medida de la percepción individual" (p. 252). Parece que la interpretación de Serna de la universalidad y la racionalidad es de tipo nominalista según el viejo patrón medieval: lo racional es artificial y lo universal es la ficción del entendimiento. Lo real es lo individual y lo verdaderamente real del conocimiento es la percepción individual (intuición). En esta tesitura no es extraño que hable de los conceptos de Gracián como "una representación de la realidad", tan individuales como ella, "en los que las relaciones individuales entre las cosas es respetado" (p. 252). Serna habla de que "el autor del Criticón cree que sólo el lenguaje imaginativo puede representar y expresar la verdad de la realidad individual" (p. 253), siendo así que Gracián no habla en ningún momento del lenguaje como creación de la imaginación, sino del concepto como artificio del ingenio. Asimismo en la defensa de la metáfora como la adecuada expresión de un mundo de seres irrepetibles recoge una cita de Gracián sobre la metáfora transformándola para su empleo: donde dice "la ordinaria oficina de los discurso" en la que "están fundadas "los extraordnarios conceptos para maravillosa correspondencia y careo" (p. 253), debe decir según la edición de las obras completas de 1960: "(La metáfora) suele ser ordinaria oficina de los discursos, y aunque tan común, se hallan en ella compuestos extraordinarios por lo prodigioso de la correspondencia y el careo" (Obras completas, p. 465). El error pricipal de Serna es pensar que la correspondencia del concepto " es primariamente la necesaria conformidad y la mutua relación ontológica entre las cosas" y en pensar que "esta correpondencia o relación genuina es el principio cardinal de la lógica del ingenio" (p. 254). Lo que intentamos defender aquí es que la gran aportación a la estética de Gracián con Agudeza y arte de ingenio es propiamente una teoría descriptiva de la invención, no una sustitución de una lógica pretendidamete formal por otra que se adecúe verdaderamente al objeto. La teoría flamante no plantea ninguna alternativa al problema veritativo de la adecuación. Como ha visto muy bien Ayala "las relaciones que constituyen el objeto específico de conocimiento ingenioso no son relaciones esenciales o predicamentales, porque aunque tengan por fundamento la realidad, son de naturaleza singular y extrapredicamental siendo necesario para su expresión un artificio verbal en el que se materializan estéticamente las relaciones. Pero al ser singulares y extrapredicamentales, como sucede con las cosas heterogéneas, dejan por ello de ser relaciones verdaderas" (J. M. Ayala, Baltasar Gracián y el ingenio, p. 185).

[136] L. Anceschi, La idea del barroco, p. 143.

[137] Agudeza y arte de ingenio X, De las semejanzas conceptuosas, p.280.

[138] Ibid. p. 325.

[139] Ibid. p. 326.

[140] Ibid. p. 495. Que la figura es la manifestación externa del concepto puede verse también en este texto: "Son también muy diferentes unos de otros (los conceptos) en la decencia, porque el que es nacido para un epigrama, no es decente para un sermón" (Ibid. p. 497).

[141] A. del Hoyo, estudio introductorio de las Obras Completas, pp. CLXIII-XVII.

[142] L. Anceschi, La idea del barroco, p. 143.

[143] Jorge M. Ayala, El ingenio en Huarte de San Juan y otros autores españoles, p. 222.

[144] Agudeza y arte de ingenio LXIII, de las cuatro causas de la agudeza, p. 514.

[145] De Obras Completas, ed. de A. del Hoyo, pp. CCL-CCLV.

No hay comentarios:

Publicar un comentario